¿Cómo definimos un arte marcial?. Si atendemos al término Marcial, llegaremos a que se refiere a “relativo a la guerra”, por ende, arte marcial, podría ser traducido como arte de guerra, sin embargo, dado el tipo de enfrentamiento y entrenamiento que comúnmente se estudia en las mismas, considero que “arte de combate” es algo más exacto.

Así pues, cada vez que hablemos de un arte marcial, estaremos hablando de el arte de combatir, sin embargo, ¿Qué es el combate?, Una de las mejores respuestas que he recibido a dicha pregunta, la escuche de uno de mis profesores de Eskrima de combate, y sería la que sigue: “Combate es combate, Combat is Combat, Fight is Fight”, esto quiere decir, algo tan simple como que a combatir, se aprende combatiendo.

Entendiendo que la raíz fundamental que aporta contenido a la expresión “Arte Marcial”, es la palabra “Marcial”, y no, la palabra “Arte”, la evolución en cualquier arte marcial, debería de buscar la evolución y afinación biomecánica dentro del combate, eludiendo todas las visiones dogmáticas que se generen desde fuera del mismo (con independencia de que quien las enseñe, haya sido o no luchador, peleador o sencillamente haya competido, importa el ahora). El ejemplo mas claro e incisivo que se me ocurre; si le pides a un soldado, de múltiples guerras que te enseñe a combatir y el te enseña a comer sopa, (evidentemente comer es algo importante para el desarrollo de cualquier actividad vital, pero instintivamente, no parece que esté muy relacionado entre sí, comer sopa, con ir a la guerra), por más que unos buenos hábitos alimenticios garanticen una mejor longevidad, sería perfectamente concluible, que nos están engañando, pues el método de aprendizaje está alejándonos del fin.

Y es aquí donde quería llegar, desde que el hombre es hombre, sabemos que no es la etiqueta de lo aprendido, sino el método por el cual lo aprendemos, lo que determina el profesional que vamos a ser. Si queremos ser buenos fontaneros, mas nos vale que el método de aprendizaje incluya trabajo practico real, en el propio proceso de aprendizaje, ¿verdad? (La etiqueta solo nos sirve como un identificador inicial, en este caso, aprenderé de un fontanero y no de un relojero), ¿Es que acaso pensamos que en el aprendizaje de un sistema que habla sobre el combate, este, debe quedar minimizado? Evidentemente, no.

Hemos concluido que es el método de aprendizaje, lo que determina al profesional, por ende, el método de aprendizaje de combate, determinara al combatiente.

Por tanto la siguiente pregunta sana que todos nos haríamos, debería de ser: ¿Cómo definimos un buen método de aprendizaje para el combate?.

La respuesta a esta pregunta es mas compleja de lo que a priori pensaríamos. Pues la respuesta, suele tener inherente diferentes “normas” en la procedimentación de dicho enfrentamiento.

¿Qué es para nosotros el combate? ¿Enfrentamiento 1 vs 1 (duelo)?, ¿Enfrentamiento armado?, ¿Enfrentamiento grupal?, ¿Enfrentamiento multioponente?, ¿Existirán zonas prohibidas?, ¿Existiran contextos de asimetría armada?, ¿Enfrentamiento psicológico quizás?, etc. Según nuestra respuesta, nuestra forma de entrenar, nos vinculará a combates “clasificados” en las respectivas etiquetas y sin embargo y como decía al principio, Combate es combate y es algo individual y colectivo, pues el combate se desarrolla siempre, contra algo cuantificable.

No debemos olvidar que el cerebro humano, de forma natural, busca nuestra comodidad, nuestro confort, para garantizarnos permanecer con vida más tiempo, aquí entra el primer problema para con el desarrollo de las artes marciales en nuestro tiempo: el combate, no es confortable.

Este sencillo hecho, está derivando en que muchos artistas marciales, se centren más, en “el Arte” que en “el combate”, derivando el arte marcial, en una suma exclusiva de ejercicios coordinativos y de fluidez, donde muy rara vez se intercambian golpes ¿Os suena de algo?.

Pero, ¿Quiénes son los responsables de que esto suceda?, para buscar responsabilidades, debemos atender a las partes involucradas: profesor y alumno. Y para esto habría que hacer una pregunta sencilla a ambos dos: ¿Estas dispuesto a recibir golpes?, atendiendo a la respuesta a dicha pregunta y a los grados de fuerza generados en los golpes que dichas personas estén dispuestos a intercambiar (si, que exista intercambio, es fundamental para el proceso de aprendizaje y para que no se generen relaciones verticales sino horizontales, construiremos uno u otro método de entrenamiento).

Muchos alumnos, no están dispuestos a recibir ningún golpe y sin embargo, si que buscarán aprender a defenderse, aquí es donde los profesores tienen dos caminos, prostituir las artes marciales por unos euros, o hablarle con franqueza al alumno.

Habrá alumnos que al mencionar si quiera la palabra combate, pensarán: “!Que violentos¡…” “-El profesor de al lado, me enseña y me dice que no me preocupe, que voy muy bien y que estoy avanzando y encima nadie me pega en ningún nivel y me pongo en forma que no veas!”

Seguro que también os suena…

Puedo aceptar y acepto, que todo es progresivo y que no vamos a pegar a alguien que ni siquiera sabe cómo pegar o como moverse, pero hay millones de construcciones metodológicas por las cuales una persona puede aprender fundamentos básicos generales (fijaos que digo, básicos generales, nada de hacer el pino puente), ¿os imagináis que un soldado, para ir a una guerra, tuviera que estar 15 años aprendiendo tal o pascual estilo marcial?… yo tampoco.

Y me diréis, Jorge, pero un soldado va con armas a la guerra, no va a mano vacía, ¿y tu crees que es más fácil enfrentar a alguien armado (los malos, también van armados) que enfrentar a alguien desarmado?, ganes o pierdas, ¿Crees que es más fácil enfrentarte a alguien armado? (Ojo, sin usar protecciones, claro está).

No tiene ningún sentido rizar tanto el rizo y menos, en la era de la información. Hay que construir fundamentos de combate y luego el entrenamiento debería ser combatir (de forma progresiva, para adecuarnos a las diferentes personas, pero al menos iniciar a los alumnos en dichos hábitos), quedando relegada la figura del profesor a la de un entrenador, para, según nos vaya picando la curiosidad y seguir conociendo (profesores y alumnos) otras formas de interpretar el combate sin caer en el error de la comodidad, o esto, o seguimos prostituyendo parte del conocimiento de la humanidad, como es el marcial, por un puñado de euros.

J.

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